sábado, 26 de mayo de 2012

Mezcolanza pornográfica

Se puede hablar de la pornografía desde muchas perspectivas, ser objetivo en este asunto es muy difícil porque depende en gran parte de tu posición ante la misma. Personalmente “consumo” pornografía desde que tuve mi primera erección, lo cual no necesariamente me hace un pervertido como mal podría interpretarse. Me gusta pensar que soy un tipo normal que disfruta de la pornografía como un entretenimiento más, así como también con fines artísticos y de culturización. No es difícil de comprender si se examina la historia de la pornografía, su posición en el arte literatura, en fotografía y, como no, en el cine. Claro que depende de qué tipo de pornografía estemos hablando. Pues bien, comencemos esta mescolanza y veamos que se obtiene.

Actividad que "consume" en su mayoría el género masculino, arraigada a las sociedades humanas desde el comienzo de las mismas. Se puede decir que es parte de las civilizaciones desde siempre y aun aceptando que es parte presente es difícil para cualquiera declarar abiertamente que ve porno, que disfruta del porno sin mirar a los lados, principalmente para evitar ser catalogado como pervertido sexual. Se entiende si consideramos que el “disfrute” de vertientes de la pornografía, la pedofilia, el snuff o escenas de violaciones no son más que perversiones sexuales y que mal se engloba comprendiéndolo como un todo. Para entonces diferenciarla se habla entonces de la pornografía normal (…) o de la pornografía que consume la gente sin patologías ni tendencias sociópatas. Es decir, la pornografía donde no se atenta contra la salud física ni emocional de nadie, donde no se goza con el sufrimiento ajeno; y esto se aplica también (lo de pornografía normal) a juegos sexuales donde se involucre instrumentos para causar dolor físico (en mutuo acuerdo) como medio de excitación sin lesiones permanentes. Es valido porque un gran número de parejas sanas recurren a esto y mal se haría en llamarlo perversión sexual, aunque si cuestionable desde el punto de vista convencional.

De todas maneras aunque te guste la “pornografía normal”, o simplemente pornografía, queda cierto recelo de expresarlo libremente por motivos éticos y morales del asunto, pues se dice entre otras cosas que explota a la mujer como objeto sexual y que hace apología a la prostitución. Cierto y no. En el caso del cine porno, si bien algunas producciones son enfocadas directamente para el disfrute de los hombres (mostrar una mujer voluptuosa al lado de un hombre apenas o nada atractivo) muchas buscan excitar a ambos géneros equitativamente por medio del erotismo. Dicho de otra forma, si se analiza a la pornografía desde sus diversas formas de expresión, ya sea en literatura, arte, fotografía, comics y, porque no, en el cine porno, se puede encontrar que tanto hombres como mujeres pueden apreciarla por igual, después de todo es la descripción o exhibición explícita de una actividad sexual, o el realce de la sexualidad a final de cuentas. En lo que se refiere a la prostitución dentro de la pornografía, tanto el hombre como la mujer son prostituidos por igual. Claro que en sociedades machistas como la nuestra en el caso del hombre esta “bien visto” (los llamados gigolós son enaltecidos en muchos casos) muy contrario con las mujeres, moralmente mal vistas y degradas por tal oficio. Es en el caso de las mujeres en donde golpea más que todo la moral sin tener en cuenta que la prostitución, quieran o no, ha sido, desde el comienzo, pieza importante para la formación de las sociedades libres. Quiero decir que con porno o sin porno la prostitución ha existido y existirá.
Hablar de pornografía encierra a su vez analizar el por qué a la mujer no lo le agrada tanto como al hombre. Porque, aunque no lo crean (…), a las mujeres les gusta el sexo, incluso más que a los hombres, ya que ellas son capaces de lograr orgasmos múltiples y los hombres no. Entonces, ¿por qué la mujer no disfruta de la pornografía tanto como el hombre? Bueno, por un lado la receptividad sexual de la mujer está relacionada con sus ciclos menstruales y que sumado al miedo al embarazo actúa como inhibidor al deseo sexual, por otro el bombardeo ético-social a la mujer y su relación con el sexo -donde es mal vista si manifiesta abiertamente el gusto por el acto sexual- la ha llevado a adoptar un papel de recelo ante su consumo. Además el hombre puede encontrar los estímulos eróticos más impactantes emocionalmente que las mujeres y eso debido a una cuestión de género. El hombre al ser hombre está predispuesto naturalmente, lo que llaman instinto animal del macho de dar la semilla cuantas veces pueda y la hembra de germinarla. En otras palabras, se comprende entonces (en parte) el por qué la reacción es diferente en un género y en otro.

La adicción a la pornografía es también un tema de preocupación actualmente. Particular adicción tiene mucho que ver con el acceso que internet brinda, se habla entonces de ciberadictos a la pornografía más que adictos a secas. Claro que es preocupante, cualquier adicción lo es. Lo que no comparto es culpar a la pornografía por la adicción o la ciberadicción (que, siguiendo ese razonamiento, se debería también culpar a internet); en todo caso una adicción al sexo. Consumir pornografía no te hace adicto, así como jugar a video juegos no te hace un ludópata, todo es cuestión de excesos. Nada en exceso es bueno. Las personas se vuelven adictas porque tienen problemas de adaptación, emocionales o psicológicos. La pornografía siempre va a existir, erradicarla no soluciona el problema de la adicción al sexo, recibir tratamiento especializado sí.

Ahora, como bien mencione antes internet es una gran plataforma para su consumo, con su auge la pornografía logró llegar a más personas y con mayor facilidad como nunca antes, claro que la industria pornográfica convencional recibió un duro golpe. Y es que internet, entre otras cosas, permitió el nacimiento (o en todo caso la popularización) de un nueva variante de la pornografía en video: el porno amateur.
Cualquiera con una cámara de video o webcam puede ser estrella porno, cualquiera. Si bien en el pasado se ofertaban creaciones caceras en los kioscos de las esquinas nunca antes se había alcanzado tal nivel de popularización. Página tras página dedicado al porno amateur y la cantidad de visitantes lo manifiestan, además de que permitió a los “amantes” compartir sus encuentros muchas veces sin fines de lucro, por el mero acto de compartir. Y algunos prefieren el visionado de porno casero más que del porno industrial, tal vez porque precisamente su carácter amateur es lo que lo hace interesante. No son actores preparados, no hay cortes de escenas donde un director dicta la posición, sudan, ríen y la torpeza presente hace del porno amateur algo que los vouyeristas disfrutan en gran medida. Porque todos somos vouyeristas en mayor o menor medida.

Para terminar solo una cosa más: Consumir pornografía no te vuelve necesariamente un pervertido o pervertida (como si estuviera descubriendo el fuego), todo depende de la persona y su relación con la sociedad, su plano emocional, su capacidad de adaptación y sus propias reglas morales.

Saludos.

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