lunes, 23 de abril de 2012

Baldness, my friends


El diccionario define a la calvicie como la falta de pelo en la cabeza. Tan simple como eso. Por supuesto que dicho de esa manera sí, es eso, la calvicie es simple y llanamente la falta de pelo en la cabeza, falta de pelo en la cabeza, falta de pelo… ¡jodanse calvos gilipollas!, nos dice los de la Real Academia Española...

La calvicie, aunque técnicamente es lo que describe en unas cuantas palabras la Drae, para la gran mayoría de calvos conlleva muchas cosas. La calvicie (la temprana, la que comienza cerca de los treinta) carcome tu autoestima, porque junto a la caída del cabello de la mano viene la depresión. Y es que si antes te deprimías por cualquier tontería ahora si tienes “reales” motivos para deprimirte. Eres calvo por ende eres un adefesio, una caricatura, una cosa extraña. Te convences, casi automáticamente, que la gente se burla de ti o se burlara de ti, que Dios te odia, que estas pagando el karma de tu vida anterior, que no debiste atropellar a ese gatito, que es casi obligación tapar tu fea cabeza calva o de lo contrario te señalaran con el dedo y te perseguirán con antorchas…

La calvicie te hace más viejo, te ves más viejo, te sientes más viejo. Te ves al espejo y recuerdas al joven de la larga cabellera, ¿a dónde se ha ido?, solo queda este calvo apático (aunque apenas rondes los treinta). De inmediato te sientes como la edad que representas, y representas esa edad: sumiso, autómata, sin energías, cínico; decaen tus ánimos y en algunos hasta las ganas de vivir. Cuantos calvos se han suicidado y no han acusado a la calvicie por la fatal decisión. Busquemos un motivo menos frívolo, el ritmo de vida, el desamor, un problema familiar… No, se mató porque le faltaba pelo en la cabeza, sino lo creen mírenlo, esta muerto y le falta pelo en la cabeza…

La calvicie te vuelve increíblemente estúpido. Camuflas la parte sin pelo con, ¡oh! sorpresa, más pelo. De donde sale ese pelo: de la parte posterior de la cabeza, de los sacrificados laterales haciendo puente y hasta de las patillas si es necesario. Llegas a usar la cosa más estúpida entre las cosas más estúpidas inventadas para esconder la calvicie: un bisoñé. Te ves ridículo y, con obvio retraso mental, piensas que nadie lo va a notar; te engañas diciéndote a ti mismo: “que carajo, nadie lo nota”. ¡Por supuesto que se nota! ¡¿Acaso eres subnormal?!

Ser calvo te vuelve un disidente de la moda, usas gorras, gorros, sombreros en el cine, en galas, cuando haces el amor, cuando expones en clases, en la boda de tu hermana, en tu propia boda. Crees que nadie se entera que eres calvo y que basta con que la gorra combine con el resto de las prendas para “pasar piola”, pero te ves ridículo el 80% del tiempo (superado por peinarte los laterales de la cabeza haciendo puente donde te ves ridículo el 100% del tiempo y este por el bisoñé donde te ves ridículo el 200%). Y la gente se da cuenta que eres calvo, de qué otra manera se explica que uses gorra, gorro, sombrero hasta cuando vas al baño.

Te vuelves un científico loco. Experimentas de todo y con todo: tónicos capilares, champús populares, brebajes malolientes, excretas animales, hierbajos obtenidos al final del arcoíris, semen si es necesario. No te importa, lo que sea que jure curar la calvicie sirve. “¿Es como una píldora para tragar?”, “No, es más bien como un supositorio”. “Al carajo, se hace lo necesario por el bien de la humanidad” (…).

Pasas a ser un referente, te usan para encontrar locaciones, ubicar un punto en el mapa: ¿En dónde queda el baño?”, “ve a ese calvo, detrás de él”. Es decir, pasas a formar parte de ese selecto grupo en el cual pertenecen los gordos y los orientales (solo por mencionar algunos) y hasta lo combinan: “Ves al chino, gordo y calvo, pues en donde está parado atropellaron a mi perro”. (Ésta parte es un plus, pues ya sea que aceptes o no la calvicie te vuelves de todas maneras un referente).

Claro que no aplica para todos (salvo el plus), algunos son “felices” siendo calvos, o aceptan sin más su calvicie; algunos hasta se ven bien como calvos, se sienten mejor como calvos o les interesa más la paz mundial que cuánto pelo tienen en la cabeza. Claro, algunos. Pero la gran mayoría son como lo describo. Ese es el problema y el motivo de burla. El asunto entonces no es ser calvo sino dejar que te afecte…

Pues bien, le diría a ese enorme grupo a quienes les afecta la falta de pelo capilar que en todo caso que la solución a la calvicie es reírse de uno mismo, reírse hasta más no poder. Reírse con cada pelo encontrado en el peine, sobre la almohada, que cae ante los ojos. Reírse, llorar y luego volver a reírse…

Y sí, soy calvo.

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